RESEÑA DE "ANTXON ECEIZA. VIDAS, TIEMPOS, OBRAS", Maialen Beloki Berasategui, Valencia: Shangrila, 2022

RESEÑA DE "ANTXON ECEIZA. VIDAS, TIEMPOS, OBRAS", Maialen Beloki Berasategui, Valencia: Shangrila, 2022

El pasado sábado día 22, en la sala de cine 1 de la donostiarra Tabakalera, se presentó el libro que traigo a este artículo, con la presencia de su autora Maialen Beloki Berasategui (Donostia, 1983) y Santos Zunzunegui, la presentación se completó con la proyección de la película de 1989 Ke arteko egunak. El libro al que me estoy refiriendo es «Antxon Eceiza. Vidas, tiempos, obras», editado por Shangrila, con numerosas y fieles reproducciones fotográficas, marca de la casa.

El libro toma como base la tesis doctoral de la autora leída bajo la dirección de quien le acompañase en la presentación a la que me refiero; material el ahora presentado que amplía el abanico de posibles lectores, poniendo el trabajo al alcance más allá de los pagos académicos.

El trabajo es apabullante, lo digo como elogio, ya que la presentación del cineasta, en su trayectoria cambiante, y de sus implicaciones y obras es realmente exhaustivo. Maialen Beloki sigue la pista al cineasta donostiarra tanto en lo que hace a su vida, léase en plural como enfatiza la autora, a sus trabajos diversos y sus colaboraciones como guionista, crítico, polemista, así como a sus películas y cortos; el resultado es una obra que acerca hasta la cercana cercanía a la figura de Antonio Eceiza /Antxon Eceiza (1935-2011), a sus vaivenes, otorgando una importancia esencial al contexto en el que vivió y trabajó el director, siempre, eso sí, del lado en que se encuentra el corazón y su color: izquierda y rojo. Desde el PCE, lo que le supuso el exilio mexicano, hasta su implicación con la izquierda abertzale. Se nos da a conocer sus relaciones estrechísimas con Elías Querejeta, su papel en el Nuevo Cine, y el realismo crítico o dialéctico, y en algunas publicaciones, Nuestro Cine de manera destacada, que seguían dicha onda, y su posterior compromiso con el Nuevo Cine Vasco.

Cualquiera que esté interesado en el séptimo arte, tiene aquí un material ineludible que sirve además para dar luz a un director que por diferentes razones, entre ellas cabe señalar las políticas, ha permanecido en la oscuridad, más bien ausente, en las historias del cine; acto de justicia que la autora aplica en un rastreo pormenorizado de sus diferentes obras, cortometrajes, una veintena en total, incluidas sus producciones mexicanas, sus guiones escritos para otros directores, etc. Día de paroA través de San SebastiánLa ruta de los conquistadoresA través del fútbolEl próximo otoñoDe cuero presenteEl último encuentroLas secretas intencionesMina, viento de libertadComplot Mongol, la galardonada en el Festival de cine donostiarra: Ke arteko egunak, y varios Ikuska, etc., etc., etc., y no sigo pasando lista. La contextualización que realiza Beloki Berasategui resulta francamente destacable tanto en lo que hace a los tiempos de cineasta español como a los de cineasta vasco; mostrando los lazos que unían de manera trasparente sus producciones cinematográficas, amén de sus opiniones e intervenciones no pocas veces intempestivas, con la política de los tiempos que le tocaron vivir, o padecer, según se mire.

El retrato de la figura de Eceiza, en la pantalla y fuera de ella, es de una precisión que va desde las fechas de su vida al carácter y personalidad de ese sujeto que respondía al nombre de Antxon Eceiza: así se nos da a conocer su tendencia a pronunciarse ante lo que veía, tanto en la pantalla como en la vida del país (podría decirse de los países), sin recatarse a la hora de mostrar sus posturas radicales e izquierdistas, el silencio y el oportunismo no eran lo suyo, siempre poniendo en acto la parresía propia del los griegos (franqueza de la que por cierto también hace gala la autora que no cae en ningún momento en un tratamiento hagiográfico del cineasta donostiarra), su vena provocadora e inconformista, que acompañaba a su carácter dinámico y emprendedor del que hizo gala a lo largo de su existencia, como comenzó a tomar presencia en su osadía a la hora de trasladarse a la capital del reino para cumplir con su vocación ligada al cine, sin hacer ascos a diferentes ocupaciones con el firme propósito de salir adelante…firmeza y decisión que no le abandonó a lo largo de su vida, sus vidas, y los vaivenes que se produjeron en ella/s, y sus proyectos inconclusos*. No se priva la autora, subdirectora del Festival de San Sebastián y otras responsabilidades directivas y dinamizadoras, a la hora de desvelar la aplicación de la cámara autocrítica que Eceiza dirigía hacia sí mismo, en una muestra de absoluta sinceridad.

No me resisto a concluir esta recensión con las palabras finales con las que Maialen Beloki Berasategui concluye su puntilloso análisis, refiriéndose a la no atención que se ha prestado a su quehacer: «tuvo algo de cineasta “maldito”; tuvo, no poco, de personaje polémico; no terminó de ofrecer un obra que le hiciera acreedor a un reconocimiento intemporal indiscutible; se trató de un cineasta cuyo valor residió, en no poca medida, en las coyunturas en las que supo situarse, estar y moverse.[…] su tiempo fue otro. Lo que no debiera ser óbice para, cuando menos, reconocerle que este tiempo suyo, con sus sombras y sus luces, existió, y que no es justo negárselo».

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